Ciudades y torres.
- “Las torres contagian fe en el futuro”, dijo la arquitecta Zaha Hadid, que proyectó la primera torre en el puerto de Marsella, visible desde toda esa ciudad. Hadid defiende la necesidad de iconos para revitalizar las ciudades.
Jean Nouvel aseguró que su Torre Agbar de Barcelona buscaba recordar las formas redondeadas de las piedras de Montserrat, pero con tecnología actual, pero a pesar de eso, la construcción de su torpedo fue polémico pero hoy, marca un hito urbano.
Las torres de hoy no son prismas rígidos. Las morfologías que adquieren por los nuevos diseños, las nuevas formas de proyectar y también las nuevas materialidades, llevan la identidad del arquitecto y su grupo de proyecto, se destacan fácilmente y triunfan entre los colosos de nueva factura. El sello de una autoría reconocible está detrás de estas nuevas torres en Nueva York, que, por encima de la sobriedad, han pasado a destacar por la importancia de la firma, así como en todas las grandes ciudades del mundo. Es el caso del rascacielos 8 Spruce Street de Frank Gehry, o de la Hearst Tower de Norman Foster.
Un grupo inversor de Catar apostó por Renzo Piano para erigir la torre The Shard, inaugurado hace poco en el sur de Londres. Ese cambio marca una vía de futuro. Londres es la ciudad clave para analizar la convivencia entre el futuro de las torres y rascacielos y la ciudad antigua y contemporánea manteniendo las líneas clásicas. Allí lo probaron todo, desde oponerse a aplaudirlos y la normativa urbanística ascendió varios metros para permitir, hace poco, precisamente, otra torre de César Pelli.
Las torres y/o los rascacielos hacen más rentables la tierra, según los desarrolladores. En esa línea, el camino que va de simbolizar la especulación si conduce a representar la sustentabilidad y generar mejora ambiental, aunque sea forzada por normativas, se puede llegar a un buen final.
Cuando se llega por primera vez a una ciudad se considera a las torres como vía inevitable del crecimiento. Algunas grandes urbes, como Francfort y New York tienen su identidad y su tejido urbano, incluyéndolas desde hace tiempo. Otras, como Londres, llevan las torres al centro histórico, a la antigua city o al ensanche de la ciudad. Otras ciudades las sectoriza en barrios o en nuevas urbanizaciones y, capitales como París, que las tiene estrictamente prohibidas en el centro. En Sevilla la Torre Cajasol del argentino César Pelli permanece detenida en la Isla de la Cartuja, lejos del centro pero vigilada. En nuestra ciudad, Rosario el barrio es Puerto Norte; ahora se está a la espera de las torres que realizará el premiado Arq. Norman Foster en el lugar, sobre 8 hectáreas lindantes con el río Paraná, desarrolladas por TGLT , que están finalizando Forum Puerto Norte.
Si la arquitectura de firma tiene o no el poder regenerador que se le ha reconocido en los últimos años es algo que las torres realizadas en muchas ciudades ya lo confirman. Muchos arquitectos proponen la solución de reconducir el problema, es decir: de plantear una zona de torres, más allá de una pieza única, para que la ciudad siga mandando sobre la arquitectura, dentro de las normativas tradicionales.
Todos debemos saber que las decisiones urbanísticas tomadas en los centros políticos, dibujan también modelos distintos de ciudad.
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